lunes, 30 de noviembre de 2015

En otra vida

Que sería lo que esperaba aquella mañana… sol, aire y frío, delicia invernal que inspiraba mi mente. Le vi respirar, y comencé a soñar, ojala fuese mío, quizás en otro lugar. Y caía el atardecer, el color violeta se sentía en el horizonte y él seguía en mi mente, y a mis sueños llegaba de repente, imponente, sonriente…

Y entonces yo me abría, en mis sueños, a sus caricias, suaves y esponjosas.
A sus besos, intensos y húmedos, dejando un trazo imborrable por cada poro de mi piel…
A sus embestidas, profundas y placenteras… a sus miradas, excitantes y llenas de intenciones, de lujuria, de sexo, de placer…
Y en lo más profundo de mí ser, así lo deseaba, así lo esperaba… como el más delicioso atardecer.

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