miércoles, 15 de enero de 2014

El permisivo y la caprichosa


Camilo y Juliana eran una pareja normal, vivían en una casita en el campo, con sus perritos, su huerto y un burrito. No tenían hijos, ambos decidieron no traerlos para así poder disfrutar plenamente de su gran vida sexual, que era un tanto peculiar.
Juliana era una mujer hermosa, de negros cabellos y ojos azules, con un cuerpo escultural y una gran necesidad de sexo, no era ninfomana, simplemente activa sexualmente, y muy caprichosa.
Camilo, un hombre atractivo y amigable, tremendamente enamorado de Juliana, le concedía todos y cada uno de los caprichos que a esta se le antojaban. Ambos disfrutaban de una vida sexual plena y placentera, llena de sorpresas, a veces eran encuentros llenos de amor y romanticismo, y otras veces sexo salvaje, duro, lleno de lujuria y perversión. Ambos se ponían de acuerdo para sus noches salvajes, gustaban incluir todo tipo de artilugios sexuales, incluso introducir a otras personas en sus juegos sexuales para organizar orgías, tríos y toda clase de sesiones, nada se prohibían, nada les cohibía, solo una promesa entre ellos: decirse siempre la verdad.
Apenas quedaban unas semanas para la llegada de la navidad, y como cada año, Camilo y Juliana acostumbraban a regalarse sesiones de sexo especiales, o artilugios para el disfrute del sexo, tanto en solitario como en pareja. Pero este año Juliana quería algo diferente:
-Mi amor, ¿has decidido que pedirás para reyes?
-Si, quiero a los tres reyes magos y a papa Noel alrededor de mi cama, desnudos y con el miembro erecto mientras tu y yo follamos.
-Juliana cada año te superas con tus caprichos, ¿de donde coño saco yo a cuatro hombres, que estén buenos encima, y que se dispongan solo a mirar mientras ven como me follo a una pedazo hembra como tu?
-Bueno, seguro que en el periódico hay mas de uno.
-¿Pero me saldrá por un pico?
-Aunque ahora que lo pienso, también podría follarmelos, seguro que así salen tíos ¡!hasta debajo de las piedras!!
-Pues si, eso facilitaría mucho las cosas, la verdad.
-Anda amor, yo solo quiero que miren como me lo haces, y poner cara de guarra y ver como se ponen cachondos y que no puedan tocarme.
-Joder Juli, ¡cada día eres mas retorcida eh! A veces me das miedo.
-Ja ja ja, si lo se, lo he notado en tu cara.
-Y te pones cachonda, seguro.
-Mmmmm tu me pones a cien. –y Juliana se despojo de sus ropas, se abalanzo sobre Camilo y comenzaron a follar como locos sobre la encimera de la cocina. Primero Juliana con sus carnosos labios y su lengua juguetona chupo el miembro de Camilo, su forma de succionar era salvaje, casi primitiva, algo que a Camilo le excitaba especialmente. Mientras Camilo jugueteaba con el coñito de su amada esposa como si este fuera de porcelana, suaves caricias y pequeñas fricciones que a Juliana le elevaban hasta el mismísimo paraíso. Cuando los dos estaban a punto de llegar, Juliana con ardiente deseo en su mirada se tumbo en la fría encimera de granito y con las piernas completamente abiertas, se introdujo uno de sus dedos en la abertura vaginal. Con un gesto le indico a su excitado marido que le comiera todo el coño mientras que ella se acariciaba los pechos. Una vez que ella llego al clímax, aun con gran excitación, se giro en la misma encimera y le ofreció su culo a Camilo, que con la verga tiesa no dudo ni un segundo y le enculo profundamente a su mujer.
-Ves, si me lo haces así mientras ellos miran, seria un orgasmo celestial. –le dijo Juliana a Camilo, mientras este se corría dentro de su bonito agujero anal.
-Aaaahhhh… claro…. Mmmmm…. –contesto como pudo mientras expulsaba sus fluidos en el culo de Juliana.
-Por favor Camilo, concédeme ese deseo. –insistió.
-Claro mi amor, tus deseos son ordenes para mi. –contesto Camilo una vez terminado el orgasmo.



Llego la noche de reyes, Camilo y Juliana cenaban tranquilamente en el porche trasero de su bonita casa de campo:
-Dime cielo, ¿conseguiste mi regalo? –pregunto inocentemente Juliana.
-ay, no, lo siento. No había nadie disponible para esa noche, solo un papa Noel viejo y arrugado. –contesto el con una picara sonrisa en sus labios.
Juliana, con gesto afligido, se levanto de la mesa y se sentó en el regazo de Camilo, abrazándole le dijo:
-Si no te conociera diría que me estas engañando, pero tu no harías eso, ¿verdad?
-NO, NO, ¡¡jamás se me ocurriría!! –le dijo Camilo arreándole un pequeño azote en el culo.
-Aja… bien, entonces me voy a dormir, no sea que los reyes magos no se asomen por aquí.
-Muy bien cariño, buenas noches.
-Buenas noches, te esperare desnuda…. –se despidió Juliana, mientras tiraba la ropa que se iba quitando por el suelo. Camilo sonreía pensando en la noche salvaje que les esperaba, y sin poder evitarlo se puso cachondo.
Cuando vio que Juliana estaba dormida, se desnudo, se puso a su lado en la cama y con suavidad y una gran excitación, le despertó:
-Cariño, ¡¡¡feliz noche de reyes!!!!
-No veo nada, ¿por que estamos a oscuras?
-Enciende tus luces de navidad… -le dijo Camilo, mientras le ofrecía un pequeño mando.
Juliana apretó el único botón de aquel misterioso aparatito y unas luces se encendieron en los cuerpos de cuatro esculturales hombres ataviados tan solo con unos gorros a modo de coronas. La sonrisa de Juliana era lasciva, picara, al ver que su amado esposo concedía su capricho una vez mas. Sin dudar ni un momento comenzó a acariciar a sus cuatro regalitos, uno por uno fue tocando y lamiendo sus esculturales cuerpos, rodeados por las luces navideñas que su ocurrente marido había colocado estratégicamente en sus bonitos torsos. Los cuatro fantásticos estaban con el rabo tieso, tanto por la caricias de Juliana como por la desnudez de su hermoso cuerpo. Una vez que los tenia como ella quería se dispuso a hacer una felacion a cada uno de los reyes magos, e indico a su marido que la penetrara mientras ella se lo comía todo. Todos estaban cachondos, mojados y preparados para la actuación final. Juliana se tumbo en la cama, con la cara hacia las pollas de los cuatro fantásticos, su marido penetrándole el coño y con un gesto ordeno que la rociaran con su semen. Mientras todos se corrían en su bonita cara, y su marido lo hacia en su bonito coño, ella llegaba a un orgasmo celestial y duradero.

A si pues Juliana siempre conseguía todo lo que se proponía, sexualmente hablando, y era Camilo quien se lo proporcionaba, pues su amor hacia ella no tenia limites. Así eran felices los dos, con su casita en el campo y sus sesiones de sexo pervertido y salvaje, pero conservando su promesa: decirse siempre la verdad.

FIN


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7 comentarios:

Muchas gracias por la visita y por comentar :-))))