Se
sonroja fácilmente y eso le hace sexy, casi tanto como su sonrisa, una de esas
de oreja a oreja, de las que iluminan una habitación. Su mirada es alegre y
chispeante, y tiene unos preciosos ojos azules con los que te derrite al mirar.
Es
uno de esos tipos sencillos a primera vista pero que te atrapan sin darte
cuenta, atractivos al segundo vistazo. Tiene un cuerpo bien contorneado,
cintura estrecha, culo prieto y espalda ancha, un triangulo de las bermudas, e imagino que luce unos impresionantes abdominales.
Me
atrevería a decir que es un empotrador, o tal vez lo sea en mi mente pervertida
y morbosa, en mis sueños mas eróticos y húmedos. Esos en los que sientes cada
caricia como si fuese tuya, donde la humedad de tus muslos recorren cada
centímetro hasta los tobillos y donde los jadeos se hacen cada vez mas
intensos, hasta que, sin darte cuenta, llegas a un clímax tan real como
doloroso, al despertar y ver que el no es el dueño de tu placer.
Y el
morbo esta servido, al menos así lo sentí cuando, por primera vez, note sus
manos, cuando sin querer, un rocé de su piel me hizo estremecer. No eran
suaves, al contrario, eran ásperas y secas, como la lija. Pero eso no me echo
atrás, al revés, quería volver a sentirlas, quería ver cuanto me excitarían,
quería sus manos de lija sobre mi piel.
Desde
aquel día, imaginaba su cuerpo sobre el mío, acariciando mis muslos con sus
ásperas manos, sintiendo sus labios en mi boca, ahogando mis gritos de placer.
Me veía tirando de su pelo, alborotándolo y despeinándolo, y su profunda
mirada, sus bonitos ojos azul intenso, puestos en mi, como si en ese instante
no habría nada mas importante en el mundo, solo el, yo y el mas intenso y
profundo de los placeres. Un sueño que se repetía una y otra vez.
Me
gusta observarle, ver como se mueve, como respira... es una delicia verle sonreír,
oír su sexy, suave y masculina voz. Me derrite cuando me mira a los ojos mientras
habla, es como un vicio incontrolable mirar sus sensuales labios y no dejar de
morder los míos, como si fueran los suyos los que están en contacto con mi
boca. Y sus manos... me vuelven loca, ásperas, masculinas... de esas que saben tocar, de las que acarician suavemente pero con firmeza.
Nada en el me desagrada. Tal vez algo si... su forma de hablarme, pero claro ¿quien soy yo? Yo no soy nadie, solo la chica que pasea de un lado a otro con el trapo en la mano. Solo aquella de la que nadie recuerda su nombre.
¿Quien?
La chica de la limpieza.
¿Quien?
La chica de la limpieza.
continuara...
Si hubiera sido yo, te abría abierto cual flor con mi boca entre tus piernas, si hubiese sido yo, guardaría el aire para perderme en lo más profundo de tu ser. Bebería de ti todos tus placeres, tus orgasmos el exquisito almíbar que zuma, ese jugo sagrado que escapa de las almas vivas, de las almas calientes , de aquellas locas sensaciones que atesoras al desear, de esos labios que se abren cuando le ves desnudo. tu sexo, mi sexo.
ResponderEliminarJuan de Marco.
Gracias
EliminarBesos
Parecen los dedos de un artesano que trabaja la arcilla con mus manos, ásperas por el barro, por la sequia de sus yemas de tanto darle forma a la arcilla. Ojos azules que esconden secretos, mientras tus dedos danzan en tu sexo formando vasijas, majando el barro por dentro, dándole facilidad al tacto para disfrutar de la suave piel, de la flor que le cobija y forma hábilmente con sus dedos..
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